sábado, 12 de septiembre de 2009

APUNTES MISÓGINOS

ENCONTRÉ EN MIS ARCHIVOS VIEJOS ALGUNAS REFLEXIONES QUE HICE HACE UN PAR DE AÑOS. EL TITULO ORIGINAL ES EL QUE APARECE ARRIBA, AUNQUE CON EL TIEMPO SE FUERON VOLVIENDO REFLEXIONES GENERALES Y MENOS ESPECÍFICAS, SIN EMBARGO, ESPERO QUE LAS DISFRUTEN.


DOMINGO DE JUNIO, MEDIO NUBLADO.
Aquella idea de que el matrimonio es el estado ideal del ser humano seguramente lo dijo una mujer recién casada o un soltero quedado. El amor no sólo nos hace ciegos, sino idiotas, es el estado de indefensión más peligroso que conozco, nos obliga a tomar acciones desesperadas para salvarnos de él y sentirnos fuertes…como buscar el matrimonio. Cuando unimos nuestras vidas a un perfecto desconocido creyendo que lo va a dejar de ser con el tiempo por la acción de la convivencia diaria. ¡Craso error! No sólo permanecerá como un desconocido sino que lo poco que llegaremos a conocer de la persona son esas características chocantes y recurrentes que semejan a una comezón constante e incurable.
Al parecer, el miedo a la vejez solitaria es uno de los motivos principales que impulsan al matrimonio. Es terapéutico. Los achaques propios se olvidan cuando hay que tolerar los del otro, o tal vez la vida se hace más tolerable cuando sé que hay alguien más que la pasa peor que yo, aunque su malestar tal vez sea producto de mi presencia. Lo que me hace pensar que en caso necesario, la unión con carácter de permanente sería conveniente a los 60 años, porque siendo sinceros, antes de esa edad, la frase “hasta que la muerte los separe” suena a una eternidad preocupante.
Aquellos que se casan deberían de recibir de manos del juez o sacerdote, una esquela con la frase que Dante coloca a la entrada del infierno: “Abandonad toda esperanza aquellos los que entráis, por mi se va a la ciudad del eterno dolor…”

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