sábado, 26 de marzo de 2011

Los motivos de la impotencia

LOS MOTIVOS DE LA IMPOTENCIA

I SOBRE LA DOCTRINA Y LA PROPAGANDA.
Es un hecho que este país no necesita nuevas teorías sobre el cómo o por qué las cosas están mal, solamente requiere de una difusión extensa de los materiales que ya existen y que seguramente han sido astutamente escondidos por la oligarquía reinante.
Cualquiera de los libros de Francisco Martín Moreno, sirve como libro de reconstrucción de la vida e historia nacional, dejando en evidencia el cúmulo de falacias que imperan tanto en los libros de textos como en los cimientos de la nación.
El factor antes mencionado descubre la inestabilidad de las bases sociales, evidenciando que la única posibilidad de cambio viene de una revolución que construya desde los cimientos la nación que ahora formamos, no basta un cambio superficial, no basta cambiar de gobierno, se necesita reescribir la historia basándonos en realidades afrontando que llevamos 200 años como país independiente (pausa para reír) y que en ese tiempo si México no ha logrado construir un sistema estable ha sido porque no existe ningún proyecto real de nación puesto que esta última es otro espejismo de los que tanto nos gustan a los habitantes de la extensión de tierra que comprende del río Bravo a Guatemala.
La propaganda del nuevo régimen debe partir de la idea que nuestro territorio fue zona de experimentación del mestizaje, que el mito de la raza de bronce es eso, un mito y nada más, que los nacionalistas de raza azteca ni siquiera tienen en claro el significado de la palabra, y que si algo hay que aprender de esos antepasados es reconocer la victoria pírrica que implico el destruir todo su pasado miserable como tribu salvaje y formar un espejismo más, con águila y serpiente incluida.
Es entonces inevitable aceptar el mestizaje como parte intrínseca del mexicano moderno, confusa mezcla de indio (palabra que resulta denigrante para la mayoría) de gachupín (otra palabra denigrante) y varias razas más dependiendo el Estado de origen. Resulta ridículo hablar de purismo racial, sea tirando hacia lo indígena sea hacia lo español, lo único cierto es que esta confusión y los abusos en las tendencias hispanizantes o indigenistas, sólo ha contribuido para entregarnos un pueblo cuya única identidad está basada en la playera de la selección nacional y el ayate de la virgen de Guadalupe.
Aquel que desee crear un nuevo estado mexicano deberá fundar una doctrina de Estado, promulgando la existencia de una nueva raza, la mexicana, fusión de razas, cada una con sus pros y contras, aceptando en el proceso el pasado y preparando el camino para poder afirmar que el futuro empieza hoy, y que la gloria de este país no existe en su pasado, sino que su construye aquí, ahora y con los que estamos envueltos en este momento histórico.
II DEL ICONO QUE TODO PAÍS NECESITA.
Analizando esta necesidad de crear una nueva historia, resulta evidente que los ídolos (desde los aztecas de piedra hasta los católicos de resina y yeso) son una necesidad del mexicano y que está tan urgido de ellos que los fabrica de cera y papel a través de las embrutecedoras pantallas de televisión nacional.
El grupo político que desee tomar el mando de este país requiere un hombre, (si, hombre, porque dejo a un lado las utopías de la equidad de género en un país de machos) un hombre, como decía, que sea lo suficientemente idealista y carismático para atraer a la masa y moverla en la dirección que se necesite, un líder cuyo idealismo sea tan grande que pueda ser mártir de la nación y que a la vez sea tan ciego como para que no perciba que los están manipulando desde atrás intereses superiores a él.
Este experimento ya se llevó a cabo con el fallido sub-comandante Marcos, lamentablemente considero que en algún momento la campaña mercadológica fallo rotundamente, sea porque prolongaron demasiado la expectativa, sea porque el dicho actor se enamoró demasiado del papel y se negó a llevarlo al siguiente paso, el cual implicaba por fuerza una transformación, en último caso sea que dicho sub-comandante empezó a ser difícil de dirigir y por lo tanto de ser útil para los intereses que lo movieron.
Queda entonces como requisito encontrar un hombre que quiera jugar el papel de Robin Hood, con el carisma de Pedro Infante, la bondad de San Francisco, la inocencia de Marcelino Pan y Vino, la ceguera de Borges, el ideal liberal de Benito Juárez y que sea a la vez tan desechable como un par de pañuelos de papel. Este sería un hombre al cual el pueblo seguiría hasta la muerte.
III DEL PRINCIPAL ENEMIGO Y DE LAS ARMAS PARA DERROTARLO.
Tristemente el pueblo de México está rodeado de enemigos que no le permiten liberarse del yugo de la pobreza.
En primer lugar, la ignorancia y cómo consecuencia de esto el inmenso poder de la Iglesia Católica.
Ninguna revolución, ningún cambio político o económico será permanente o realmente útil a la nación mientras no se lleve a cabo un cambio radical en la educación. Y este no será posible mientras no se erradique la terrible influencia de la iglesia católica y sus hijas bastardas (toda la corriente protestante). Es indispensable un laicismo total y radical en el hacer, vivir y sentir diario del mexicano.
Al alejar al país de la estructura religiosa, incluidos sus potentados, instituyendo una doctrina de Estado, se empezará a caminar hacia un verdadero principio de nación.
Educar a los jóvenes como líderes, con textos nuevos, que afronten la realidad actual y acepten el pasado, más no el oficial, el mocho, sino el más cercano a la verdad, donde se derriben los mitos y se originen los nuevos, si es que se considera que con espejismos es la única forma en la que el mexicano puede vivir. Educar para liderar, educar para dirigir, perder el miedo a la libertad y al éxito.
Incluso cámbienle de nombre al país, de bandera y de himno. Pero las cosas ya no pueden seguir así.

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