domingo, 12 de febrero de 2012

Sábanas de espinas

En aeropuero me llegó
la nostalgia de la primavera
de aquel mayo que viví,
un perfume tan dulzón,
como el cuerpo de la quinceañera
que una noche descubrí.

Imagino que fui yo
el que ya se marchitó,
y el invierno tendió su manto,
entre mis piernas y el corazón.

En sus brazos recordé,
esa tarde de llanto y sangre,
los besos de la primera vez,
ahora sé que envejecí.
Y la vieja que grita en el metro
profetiza lo que ya perdí.

Una bomba, un polvorón,
una cruz, un medallón,
la risa, el llanto, el espejo,
una cana al vuelo
y el silencio oscuro de un camión.

Y más allá de la esperanza de una habitación de hotel,
la desgana de planear una vida,
una obra, una salida, un acto suicida.
Entre sabanas de espinas,
se desgarran,
se liquídan,
las palabras, las caricias,
que para mi guarde.
Se malgastan,
se lapidan,
por miedo a no crecer.

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