martes, 7 de septiembre de 2010

Amiga

Esto lo escribí hoy, en un ratito que tuve libre, espero les guste.

Recuerdo la noche aquella
cuando tomaste mi mano,
dijiste lo que no debías,
tus palabras me condenaron.

Recuerdo el brillo de tus ojos,
la textura de tu cabello
y perdóname el atrevimiento…
Te recuerdo, te deseo,
te imagino y me altero.

Recuerdo las piernas largas,
de piel tersa de durazno,
recuerdo querer tocarlas,
creo que mejor me callo.

Recuerdo que eres mi amiga,
que te cuido. Que me cuidas.
Recuerdo que no eres mía.
Chapó, así es la vida.

Cuando pienso en las razones
de este ingrato “te quiero”,
pienso en tus palabras,
me pierdo en tu sonrisa.
Y a veces me castigo,
por ser iluso…
y tú tan fría.

Sin embargo lo entiendo,
reconozco tu papel,
también te quiero por digna.
Pero corazón;
yo también juego en esta cancha,
voz y voto debo tener,
aunque sea para decirte:
“aquí está mi dirección, tómala…”
el resto de este verso ha de sonar con la ternura
que Sabina y la distancia saben hacer.

¡Ay Delgadillo! Cuanta razón tenías,
al hablar de las amistades mal intencionadas,
y mientras tanto, la radio canta:
“un amigo sería yo si te apoyara
Contra todo lo demás…”
Debería apagarla, pero la dejo sonar.

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