lunes, 27 de septiembre de 2010

Cuando cae la noche...

Cuando amanece
llegas a mi mente,
primer rayo de sol,
primera luz,
primer suspiro,
aliento de vida,
con el sol vienes.

Cuando anochece
me falta el aire,
respiro tu ausencia,
siento en el viento
el vacío, la carencia,
de tu cuerpo esbelto,
de tu risa tierna,
mis manos tocando el cielo,
me callo una blasfemia.

Cuando amanece
me llega la esperanza,
de verte, de llamarte,
tenerte a mi lado,
escuchar tu voz,
respirar tu cuerpo,
tomar tus manos,
que te recargues en mi pecho,
que suspires con mi canto.

Cuando anochece
caigo en cama con la verdad fría,
de tu ausencia,
reticencia.
Ni te ví,
ni me viste,
ni tu voz, ni tu cuerpo,
ni el vaho terso
de la boca que hoy extraño.

Me largo a la cama
con la desesperanza,
la ilusión rota,
los sueños frustrados,
siendo tan idiota
de soñar que puedo,
que quieres,
que se va a carajo el mundo
y quedan nuestros cuerpos
anudados,
en muestra de que quieres,
puedo,
y despiertas a mi lado.

Amanece y la luz me dice,
otro día, sueños nuevos,
tu voz: un te quiero,
hoy iré, hoy te llamo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Ecos secretos.

Esto lo escribí ayer en la nochecita, que les sea leve.

Tienes en la mirada
ecos de los sueños,
eróticos, románticos, naíf,
sueños que sueño
cuando cierro los ojos y no estás.

Origami, maché, artesano…
nada parece tan complicado,
digo, para mi que parezco manco:
oír la verdad de tus labios,
esperando,
luchando,
no quiero pensarlo.

Oír la verdad de mis labios,
mirando tus ojos:
buscando,
reformulando,
en breves palabras:
por ti sigo aquí.

Amiga, hermana,
recurso vano, sólo palabras,
amiga, hermana,
quiero que conmigo sigas,
una mentira, una verdad.

Entiendo mi lugar,
sólo que en secreto;
espero, sueño con más.
Amiga, hermana,
sonrío al decirlo.
Mi vida, mi amada,
imagino que sabes…
al decirlo me sabe a noche y mar.

Y duermo con un “te quiero”
con sabor a te extraño, te deseo,
orillando mi mente
necia,
escéptica.
Siempre en huída.
Orillando mis sueños
más tiernos
(en público jamás lo voy a aceptar)
Conscientes de que eres:
orilla de playa, paraíso de mar.
Nube de lluvia,
fulgor de luna.
Orilla de playa, noche de mar.

Recuerdo la noche,
más cercana, tan lejana ya,
apenas ayer.
Recuerdo tus palabras,
escucho en la noche
tras el viento, los fantasmas,
escucho tu voz, mis palabras,
quiero verte…
un deseo, nada más.

Imagino que sabes
entre risas de café,
ríos de tinta,
origami, papel maché,
mis secretos, mis sueños,
incluso lo que hoy callé.
Mis sueños, mis secretos,
incluso lo que ayer soñé.

martes, 7 de septiembre de 2010

Amiga

Esto lo escribí hoy, en un ratito que tuve libre, espero les guste.

Recuerdo la noche aquella
cuando tomaste mi mano,
dijiste lo que no debías,
tus palabras me condenaron.

Recuerdo el brillo de tus ojos,
la textura de tu cabello
y perdóname el atrevimiento…
Te recuerdo, te deseo,
te imagino y me altero.

Recuerdo las piernas largas,
de piel tersa de durazno,
recuerdo querer tocarlas,
creo que mejor me callo.

Recuerdo que eres mi amiga,
que te cuido. Que me cuidas.
Recuerdo que no eres mía.
Chapó, así es la vida.

Cuando pienso en las razones
de este ingrato “te quiero”,
pienso en tus palabras,
me pierdo en tu sonrisa.
Y a veces me castigo,
por ser iluso…
y tú tan fría.

Sin embargo lo entiendo,
reconozco tu papel,
también te quiero por digna.
Pero corazón;
yo también juego en esta cancha,
voz y voto debo tener,
aunque sea para decirte:
“aquí está mi dirección, tómala…”
el resto de este verso ha de sonar con la ternura
que Sabina y la distancia saben hacer.

¡Ay Delgadillo! Cuanta razón tenías,
al hablar de las amistades mal intencionadas,
y mientras tanto, la radio canta:
“un amigo sería yo si te apoyara
Contra todo lo demás…”
Debería apagarla, pero la dejo sonar.

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